[Casi nada de Spoilers]
Cada año una serie destaca sobre las demás, este año, fue Pushing Daisies. Pero cada año, también hay un "culebrón de alta calidad" que destaca sobre el resto de series.
Mujeres Desesperadas, Anatomía de Grey, Cinco Hermanos... este año, estaba difícil, pero el "culebrón de alta calidad" del año, es sin pensarlo demasiado: DIRTY SEXY MONEY.
Y admitámoslo, nos gusta Lost, Los Soprano y 24, pero también nos gustan estas series familiares, sobretodo las de ABC.
Y es que Dirty Sexy Money es la mezcla perfecta entre drama y comedia, una comedia muy fina, que me recuerda a mi serie cómica favorita (Arrested Development), y un drama muy excitante y atrevido, capaz de meterse con cualquier tipo de rico, porque si Sexy Money es algo, es una serie sobre ricos.
Una serie con una familia rica, una familia MUY rica de Nueva York, una familia con fama, una familia madre de escándalos, una familia con poder, con influencias... que gastan el dinero como el tiempo, volando.
La mecha de la serie es la muerte del abogado de la familia Darling, el padre de Nick. La familia ofrece a Nick ocupar el lugar de su padre, ya que confían plenamente en él, éste, tras rechazar la oferta, es atraído por una cantidad sucia de dinero. ¿Sexy, verdad?. Pues todo se hace más sexy cuando parece, que dicha muerte, podría ocultar ciertas cosas... ¿Fue su padre asesinado por algún miembro de la familia?
Para los personajes, los creadores de la serie (productores y creadores de Cinco Hermanos, A dos metros bajo tierra, o Lost) se han inspirado en famosos, pero han sabido enmarcar a cada hijo como único, original, y divertido, pero sobretodo, a cada personaje le han dado el toque crítico, el toque atrevido, el toque polémico, y a veces, con mucha mala leche.
El protagonista de la serie es Nick, hijo del abogado muerto, casado y con una hija. Su aspiración en la vida era ser un abogado limpio, y lo único que tenía claro en la vida era no representar a ninguna familia como los Darling. A partir de ahora, tendrá que solucionar todos y cada uno de los problemas de la familia, y cuando digo todos, quiero decir TODOS, aunque no sean de su incumbencia de abogado.
Los padres Darling son una de esas parejas ricas y encantadoras de América, pero son también un matrimonio con queridos, aventuras y mentiras, porque en esta serie, los matrimonios tienen poco de sagrado.
Él, el patriarca de los Darling, es un rico meticuloso y sibarita capaz de gastar dinero por cualquier cosa, sin miramientos. Y ella, es una mujer que quiere a su marido, quiere a su familia, pero que tiene problemas para definir el límite de ésta.
Los hijos, son básicamente y resumidamente...
Un abogado candidato a senador republicano, político conservador, con unos gustos sexuales muy contrarios a su política, con esposa y con querida, pero con una querida muy especial.
La típica rica que cambia de esposo como de muda, enamorada eternamente de Nick, con el que perdió la virginidad, y con el que intentará volver.
Un sacerdote maleducado, problemático y mala persona, con un hijo secreto, que tendrá que confesar.
Y dos mellizos, los más jóvenes de la familia, a los que el dinero y la fama les ha tocado el cerebro, y al más puro estilo Paris Hilton y Pete Doherty, alocados, fiesteros, borrachos, típicos de la prensa del corazón, caprichosos y ególatras, aunque muy unidos y no del todo malas personas.
Si con todos esos ingredientes no te apetece ver la serie, eres raro. Si además te digo que fue la primera serie en renovar segunda temporada tras el anuncio de la huelga, y que los episodios se hacen cortos y entretenidos... No tienes excusa.
Por lo visto, lo primero que pidió «El solitario» nada más cerrarse la puerta de su celda fue un televisor para tragarse su biopic en Antena 3. Le importaba un pimiento preparar el juicio o meditar su negro futuro: sólo bebía los vientos por ver cómo habían quedado reflejadas sus gestas e inquinas. Antes se decía que si no salías en la tele no eras nadie. Ahora, no te crees a ti mismo hasta que no ves tu propia fotocopia, coloreada y ampliada, en la gran pantalla. Da igual si te has chupado cinco años de carrera y otros tantos de meritoriaje, no eres escritor hasta que no has tenido fantasías sexuales mostrencas como en «Californication», ni abogado para todo hasta que no te topas con la familia pijo-Monster de «Sexy Money» (ninguna serie donde sale Bogdanovich de cameo puede ser mala). ¿Cuántos médicos afianzan su juramento hipocrático dejándose barba y cojera como House? ¿Cuántos padres notan que les falta algo si sus hijos no son los galopines de «Supernanny» o «SOS Adolescentes»? De ahí tanto casting y hormigas blancas. Incluso algún colega crítico de cine está en plena crisis de personalidad pues, tras lustros autoconvenciéndose de que es como Antonio Gasset, ahora está obligado a ponerse peluca rubia atómica y mutar en Cayetana Guillén Cuervo. «Yo es otro», decía Rimbaud. Más bien «yo es ella»: la televisión, la bicha perversa. Y que algunos la llamen «caja tonta»...